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El reloj oculto de tu negocio

  • Foto del escritor: Lucas Retamoso
    Lucas Retamoso
  • hace 9 horas
  • 2 Min. de lectura

Por Lucas Retamoso


En el día a día de cualquier empresa, hay un fenómeno silencioso que define su salud financiera sin que muchos lo noten. No se trata del volumen de ventas ni del número de clientes. Tampoco del tamaño del local o del número de empleados. Se trata de algo más invisible pero esencial: el tiempo que tarda el dinero en dar una vuelta completa dentro del negocio. Ese tiempo tiene nombre, y es el círculo de conversión de caja.


A grandes rasgos, el círculo de conversión de caja (también conocido como ciclo de caja) indica cuántos días tarda una empresa desde que invierte en inventario hasta que recupera ese dinero en forma de efectivo tras realizar una venta y cobrarla. Es, por decirlo de forma sencilla, el reloj interno que marca cuándo el dinero vuelve a casa.


Este ciclo tiene tres momentos clave. Primero, cuando una empresa compra materia prima o productos para vender. Luego, cuando logra venderlos. Y finalmente, cuando efectivamente cobra esa venta. Pero el ciclo no termina ahí: también hay que tener en cuenta cuándo se le paga al proveedor. Si esa empresa logra pagar al proveedor después de haber cobrado al cliente, entonces su ciclo de conversión de caja es eficiente. Si ocurre lo contrario, es decir, si la empresa paga antes de cobrar, necesita cubrir ese desfasaje de alguna forma: con reservas, préstamos o financiación externa.


Lo interesante de este indicador es que no depende solamente de cuánto se vende, sino de cómo se gestiona el tiempo entre comprar, vender, cobrar y pagar. Por ejemplo, una empresa que vende mucho pero tarda en cobrar, o que compra en exceso y deja productos durmiendo en el almacén, puede tener un círculo de conversión largo, lo que se traduce en menos liquidez y más necesidad de financiación.


En cambio, empresas con ciclos cortos o incluso negativos, como algunos grandes supermercados que cobran al contado pero pagan a sus proveedores a 90 días, pueden operar con caja constante y saludable, sin necesidad de endeudarse para sostener sus operaciones.


Por eso, entender y controlar el círculo de conversión de caja no es un lujo para los contadores: es una herramienta estratégica para cualquier persona que gestiona un negocio. Permite anticiparse a problemas de liquidez, renegociar plazos de pago o de cobro, optimizar el inventario y tomar decisiones basadas en cómo fluye realmente el dinero, más allá de las cifras que muestra el balance.


En tiempos de incertidumbre o crecimiento acelerado, saber cuántos días tarda cada peso en completar su recorrido dentro de la empresa puede ser la diferencia entre avanzar con seguridad o tropezar con problemas de caja. Y como todo buen reloj, el círculo de conversión de caja no miente: solo hay que aprender a leerlo.

 
 
 

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